MARCA PERSONAL
Trabajar con
nuestra imagen pública es equivalente a crear una marca personal que está integrada por nuestra identidad y
por supuesto las características inherentes a ella. Cuando hablamos de una
marca personal quiere decir, que un
conjunto de atributos son trasmitidos a través de un nombre que influencia el pensamiento de un público determinado
y crea valor.
La marca personal es el sello distintivo que nos diferencia de los demás:
Qué se entiende por marca? Pues, recurriendo al diccionario de la Real Academia, una marca
es la “Señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o
denotar calidad o
pertenencia.”
La marca
nos ayuda a crear un prestigio, una reputación, que nos ayuda a influir
en nuestro público meta. En nuestra vida
práctica tenemos una doble marca una por
nuestro nombre y otra
por nuestro aspecto. Y estos están ligados a tu identidad.
Cada
persona, sea consciente de ello o no, es una marca desde que nace. Una marca representada
por su nombre y apariencia visual, que tiene una serie de características asociadas
como personalidad, intereses, amistades, familia, activos, capacidades, educación,
profesión…
La reputación supone dar un paso más, porque
implica, además de la representación mental, la opinión o consideración en que
se tiene a alguien o a algo.
El
concepto de reputación se debe a un juicio de valor, que efectuamos
al comparar la imagen que tenemos de algo (ya sea una persona, cosa o entidad)
en relación con los ideales que tenemos para ese algo. Es decir, depende de
nuestro criterio, y no sólo de sus
características
y realidad.
Todos tenemos ya una IMP (Imagen de Marca Personal).
Desde que nacemos. Porque quienes nos conocen tienen una representación mental
de nosotros (imagen) e incluso, pueden tener una opinión de nuestra persona
(reputación).
Tanto si somos conscientes de ello, como si no.
Tanto si hemos hecho algo para gestionarla, como si no. Es importante reconocer
esta circunstancia: no
partimos
de cero.
Cómo puedes empezar a gestionar de forma eficiente
todo lo que tiene que ver con tu imagen y con tu reputación: hay que poner en
marcha una plan de marketing personal. Lo primero consiste en un proceso de
reflexión a través del que descubrir quién eres, qué quieres y quién puede
ayudarte a conseguirlo. Seguidamente, hay que pasar a la acción, buscando la
máxima visibilidad y utilizando para ello todos los medios a tu alcance.
Para tu reflexión debes considerar cuatro puntos, que son los
siguientes:
1. ¿Quién eres? ¿Qué te diferencia? - Puede ser lo
más difícil de este proceso. Se trata de descubrir dónde aportas valor y qué te
hace diferente.
2. Fijar tus metas: ¿A dónde quieres ir? - Tener
claro la dirección en la que quieres avanzar. Saber a dónde te diriges es
imprescindible para acertar el camino.
3. Acotar tus mercados - Es importante establecer
cuáles son tus pequeños mercados, esos grupos que pueden ayudarte -ya sea
directa o indirectamente- a conseguir tus objetivos. Es a ellos a quienes Debes
enfocar tus esfuerzos de comunicación. Hay que segmentar, porque “si quieres
ser todo para todos, no serás nada para nadie”.
4. Evaluar tu actual posicionamiento - Y sabiendo
todo lo anterior... ¿en qué punto del camino estás ahora?
En cuanto a la segunda fase -la que implica ponerse
en acción- consiste en:
1. Comunicar - Esta es la parte más práctica y trata de conseguir visibilidad transmitiendo los mensajes y utilizando los canales
que mejor proyectan tu IMP (por ejemplo, tu propio aspecto, tus
palabras, tu presencia en Internet o tu relación personal y digital con las
personas y organizaciones que forman los entornos en los que te mueves) y mejor
llegan a tus distintos públicos.
2. Revisar y reajustar - Debes estar atento a las
consecuencias de tus acciones y al resultado de tu estrategia. Si no son los
deseados (o los que habías previsto), tienes que reajustar tu plan de
actuación.
ACTIVIDAD : Busca
tres ejemplos de personajes conocidos cuya imagen personal se relacione
con tu proyecto de cambio de imagen y analiza los.